La reconciliación tamaulipeca

-Se acabó en Nuevo Laredo

-Paso de 83 mil votos en el 2010 a 7 mil en el 2022

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Raúl Hernández Moreno

Ha dicho Américo Villarreal que gobernará para todos. Así debe de ser.  La contienda electoral ya paso y hay que darle vuelta a la hoja.

Con la reciente campaña, Tamaulipas se polarizó, se fraccionó entre cabecistas y amlover. Y está bien. Es  normal que en una campaña los que van a votar agarren partido. Se mantienen al margen, los que no votan.

Los tamaulipecos atestiguamos la campaña más sucia y puerca de la  historia. Si no  hubo muertos, es porque  se impuso la prudencia.

Pero luego de una campaña tan polarizada, en la que se lanzaron toneladas de estiércol, ahora es tiempo de la reconciliación. Tamaulipas necesita de todos. No  debe haber exclusiones.

Lo mejor que le puede pasar a Tamaulipas es que Américo impulse un gobierno plural, incluyente, que permita la  libre expresión de los disidentes y de ser posible,  invite a algunos de estos a incorporarse a su gabinete.

Lo hemos dicho muchas veces y lo decimos otra vez: una cosa es el cabecismo y otra el panismo. Cabeza gobernó para su familia y para sus cuates. Se enriqueció él y sus amigos. En cambio despreció  a los panistas, a los que combatió, convirtió en perros del mal y a más de uno quiso meter a la cárcel.  Y ni  hablar del PRI y  Morena, a los que les dio trato de perros callejeros.

Con el cabecismo no puede haber ni perdón  ni olvido. Son delincuentes y deben de pagar a la sociedad. Se les tiene que excluir, igual que a los delincuentes.

La reconciliación de los tamaulipecos es indispensable para  sacar al estado del estancamiento económico y social en que se hundió en los últimos 6 años. Ahí están los indicadores nacionales que lo confirman.

En otro tema, el PAN impugnará las elecciones de Tamaulipas en las próximas horas, pidiendo que se cancelen  y se convoque a una  nueva jornada.

César Verástegui ya dijo que si repiten las elecciones y el partido decide cambiar de candidato, él no se opondrá, lo que envía el mensaje  de que ni ganó las elecciones ni confía en que se repitan.

La impugnación va  a ser de mero trámite y el PAN va agotar todas las instancias, desde el Tribunal Estatal Electoral, la Sala Regional del Tribunal Federal Electoral y la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal.

Va a ser un proceso largo que se tendrá que resolver antes del 1 de octubre y que generará entre los militantes y simpatizantes del PAN falsas expectativas de que los resultados electorales se reviertan.

Lo que buscan el Truko, el PAN y Cabeza de Vaca es construir la narrativa de que Morena les  ganó a la mala.

El problema es que hasta el militante panista más modesto sabe que el PAN hizo lo posible para robarse la elección, pero  no le alcanzó a pesar de los miles de votos que compro.

El PAN, insistimos, no sabe perder.

Desde el 2012, el PRI no volvió a  ganar una elección aquí en Nuevo Laredo.

En el 2012 perdió la elección  federal  con Verónica Flores como candidata; en el 2013, Carlos Montiel perdió la presidencia municipal;

en el 2015, Yahleel Abdala perdió la diputación  federal en Nuevo Laredo, pero se compuso con el voto de la ribereña; en el 2016, a Héctor Canales le tocó perder la presidencia municipal.

En el 2018, la diputación federal la perdió Juan de Dios Juanes Carrizales y la presidencia Daniel Peña Treviño: en el 2021, perdieron Cristabell Zamora y Laura Valdez, la alcaldía y diputación  federal, respectivamente.

A lo anterior hay que agregar las derrotas de los candidatos a diputados locales en el 2013, 2016, 2018 y 2021.

La última elección que ganó el PRI fue la de 201O, con Benjamín Galván, quien curiosamente es el priista que más voto sacó en una elección: 83,250. Ironías de la vida: el campeón del voto priista fue el encargado de empinar a su partido y de  transformarlo de un partido  ganador en uno perdedor.

En el 2012 el PRI obtuvo 48,588 votos; 2015, 56,360; 2016, 49,388; 2018, 30,907; 2021, 10,099; y en el 2022, 6912. En el último año perdió el 30 por ciento de sus votos.

El PRI está muerto en  Nuevo Laredo y la mayor parte del país. Ya  no está en condiciones de ganar una elección presidencial y para ganar gubernaturas, senadurías, alcaldías y diputaciones federales necesita hacer alianza con otros partidos, Solo no levanta. Se acabó al partidazo.

Aquí en Nuevo Laredo con sus menos de siete mil votos  puede pelear una regiduría y nada más y eso y siempre y  cuando no siga perdiendo votos y lo más probable es que no pueda frenar su caída.

En otro tema, Alejandro Moreno se negó a renunciar a la dirigencia nacional del PRI, dijo que a él no lo puso un presidente de la republica, lo  eligió la militancia.

El más emocionado con que Alito no deje al PRI, es el líder nacional de Morena, Mario Moreno Delgado.

Y es que a Morena le conviene que el PRI y el PAN sean dirigidos por delincuentes e imbéciles como Alito y Marko Cortés. Eso es garantía de que los dos partidos seguirán empinados  y perdiendo elecciones, nada menos que 12 gubernaturas el PRI, 7 el PAN y 5 el PRD, en los últimos 4 años.

Aquí en Tamaulipas también deben de seguir al frente del PRI Edgar Melhem y, sobre todo, en el PAN el Cacharro Cantú. Son un par de torpes, fracasados y  buenos para nada, que le  facilitan las cosas a Morena.

En otro tema,  el cabildo tuvo hoy una sesión solemne para recordar el 174 aniversario de la ciudad.

Fue una sesión corta, de menos de 20 minutos, en la que se hizo una breve reseña de la fundación de la ciudad, incluyendo el mito de los  fundadores desenterrando a sus muertos –¡Qué macabro!- para traerlos a un  lugar despoblado y enterrarlos aquí.

En fin, es un mito provocado por el exceso de tazas de café.

Nuevo Laredo está de fiesta y eso es lo que importa. A celebrar.