Historias de pillos e indulgencias
Cd. Victoria, Tamaulipas.- En 2018 la Auditoría Superior de la Federación
buscaba con interés a José Norberto Treviño y García Manzo, para cobrarle
$8’292,365.95 que se “bailó” en ejercicio como jefe de Salud en Tamaulipas.
Fue lana federal en razón del Programa de Desarrollo Oportunidades,
ejercicio 2011, que desvió para cuestiones personales.
Procedente de la gran capital, lo trajo el Gobernador Egidio Torre Cantú
para hacerlo secretario de Salud. No quería y nunca quiso saber de esta tierra.
Aquí mataron a su hermana. Si acaso vino en vacaciones de verano con su
padre. Terminado el gobierno, desaparecieron.
Tan no quería saber el Jr de Tamaulipas, hacer arraigo, que los seis años
en que trabajó aquí vivió en un hotel. No compró casa.
El tema es que, siete años después de esos malos manejos, los órganos
de auditoría no podían “ajustarlo”. Se les perdió en la megalópolis. Al no hallar
domicilio decidieron convocarlo por edictos en el Diario Oficial de la Federación
y un cotidiano nacional.
Fue lana que le cobraban en lo personal. Los otros millones tendrían que
ser devueltos del presupuesto estatal… Digamos que “un robo de bolsa a
bolsa” (del pantalón). Derrochaba dinero federal y lo pagaba con presupuesto
del Estado, donde no hay broncas.
Un tipo listo. Cuando los auditores lo traían muy cerca, contrató los
servicios de una mujer llamada Roxana Guadalupe Gaspar González,
procedente de chilangolandia, a la que pagó la bonita cifra de 708 mil varos,
más el IVA, mensuales, por “lavarle” las cuentas públicas.
Incluso le pagó hasta tres meses después de haberse ido. Quería proteger
retirada ya con los cabecistas.
El último contrato que firmó con la “curadora” tuvo vigencia del uno de
enero al 31 de diciembre del 2016 (Cabeza y sus compadres llegaron en
octubre de ese año).
Y cuando vio que traía muy cerca la lumbre con la prensa, decidió contratar
a un profesional sin profesión del periodismo, para que le diera “comentarios
necesarios para el adecuado manejo de los medios de comunicación”, con una
modesta lanita de 25 mil tepalcates cada 30 días.
Alguien le calentó la cabeza que podría ser Gobernador o de “perdis”
diputado. Había hecho residencia, en un hotel pero tenía residencia ciudadana.
El periodista independiente (sin profesión) se retiró con un contrato de casi
casi dos años, uno de enero del 2015 al 30 de septiembre del 2016, cuando les
entonaron las golondrinas y el médico regresó a su lugar de origen.
De nada le sirvió el “estudio de manejo de los medios masivos de
comunicación” ni pagar por “curar” las cuentas del presupuesto.
Bueno, el objetivo de estos comentarios no es “encuerar” a “Don Teofilito”
(como le llamaban reporteros de la fuente), pero si usted sabe donde tiene su
domicilio, puede ayudar a la Auditoría aportando dados de donde lo pueden
ubicar los de la de la Dirección General de Responsabilidades.
Son las historias de cada sexenio que causan más pena a la ciudadanía
que a quienes saquearon el presupuesto.
La Auditoría Superior de Tamaulipas también lo tenía “atorado” según el
expediente ASE/PFRR/0472018, informe del 2019, y de pronto, para el 2023
quedó “liberado” al promover un “recurso de revocación” según Don Jorge
Espino Ascanio.
Tales son los datos que quieren saber los diputados ¿por qué los deja ir con
hebra? ¿lo “arreglaron”?. El de Don Teofilito solo es un ejemplo. Hay más
peces gordos.
Es mucho el dinero en juego y los ex funcionarios se juegan su misma
libertad, la que no tiene precio para nadie. Si la autoridad nombra Auditor al
mismo Pontífice, son capaces de corromperlo.
Nadie de los alcaldes ni secretarios colaboradores de Egidio Torre Cantú
pisaron el bote, pese a las promesas del jefe de los “vientos huracanados” de
mandarlos a prisión por corruptos.
En lugar de mover expedientes para jalarlos ante la Ley, los protegieron
desde la esquina del poder en Palacio.
Hoy, con la llegada de la 4T, hay expedientes ante la Fiscalía
Anticorrupción que involucran directamente a ocho secretarios, subsecretarios,
directores generales y al ex titular del ejecutivo ¿ahora sí va en serio?. Ningún
Gobernador ha caído por corrupción ¿el “gringo” será el primero?.
Los cambios de actitud de Espino nos recuerdan que, en su informe del
mismo 2018 –cuentas públicas del 2017-, reprobó a 42 alcaldes –menos el de
Aldama ¿qué le dio?-, jefes de descentralizados y autónomos, y al ejecutivo le
anotó malversaciones por más de cinco mil melones de pesillos.
Reservó expedientes para “peces grandes” como Oscar Almaraz, en
Victoria, con 48 milloncejos; Tampico, de Gustavo Torres Salinas, 213 millones;
Nuevo Laredo don Carlos Canturosas 349 y por el estilo. Inició 73
procedimientos ¿con fines políticos?. Nadie ha pisado la cárcel.
En las próximas horas Don Jorge será citado por los diputados para que
explique si es cierto que, para recibir “perdón” de la AS, las indulgencias se
compraban en la General de Gobierno con “Truco” Verástegui a cambio de
votos para el PAN y socios, aun cuando se tratara de redomados pillos como
un Juan Andrés Díaz Cruz, de Tula.
Se necesita un fuerte escarmiento, tan ejemplar como que la mitad del
gabinete cabecista habite esos “hoteles” en que se pagan los delitos ¿no cree
usted?.