MAQUILADORAS: SALARIOS MISERABLES  

LOS PUNTOS SOBRE LAS…

POR ANGEL VIRGEN ALVARADO

*- PAN y PRD: DEMANDA PENAL PARA ÚRSULA; QUIEREN SU DESAFUERO

Un día de abril de 1962, los maestros de mi escuela Pedro Garza Sánchez, de la colonia Aurora (la colonia de mis amores de niño) nos llevaron a la Plaza de Toros Matamoros, (estaba donde ahora es la avenida PEDRO CÁRDENAS y calle AGAPITO GONZÁLEZ CAVAZOS, entrada a la colonia Sección 16) para ver el concurso de las Rondas Infantiles.

Era aquello una auténtica fiesta infantil.

Tras una estupenda mañana, de regreso a la ciudad, a un lado de la carretera (una cinta de asfalto de 10 metros de ancho) en el lado sur del canal El Soliseño (donde está ahora el boulevard MCL) había un letrero que tenía escrito:

H. Matamoros, Tamaulipas

125 mil habitantes.

En aquellos años vivir en Matamoros era vivir tranquilos, en paz, sin sobresaltos.

En mi colonia, como en el resto de las colonias de Matamoros la gente dormía con las ventanas abiertas “de par en par”.

Era raro saber de robos. Cuando alguien tenía la osadía de robar, lo llevaban a la cárcel y lo rapaban. “Lo pelaron por rata”- decía la gente.

Andar con la cabeza rapada llenaba de vergüenza al infractor y era difícil (no imposible) que volviera a robar porque, entonces sí, la pena era estar varios años preso.

Las reyertas, entre los mayores, se daban por invasión de tierras.

Los matamorenses somos diferentes al resto de los tamaulipecos. Acá esas cuestiones se dirimían con las armas.

Por eso, de cuando en vez el periódico se leía: “¡Volvió a tronar el fusil .12!”

En aquel tiempo (1962) con una horqueta de árbol, tiras de hule de “cámaras de llantas” y “la lengua” de un zapato viejo, hacíamos nuestras resorteras.

Con mis amiguitos íbamos “a cazar pajaritos” al monte, donde ahora está la calle Tercera y Periférico.  Los pájaros son bien abuzados. Nunca cazamos ni uno.

Del lado sur del canal el Soliseño había una plancha de cemento (un piso donde quizá hubo una casa) y, a un lado, una llave pública.

Salía aquel chorro de agua, chorro. Abundante agua y con mucha presión.

Nos acercábamos al grifo y allí bebíamos agua.

Había agua “para dar y regalar”.

Donde ahora está la plaza Benito Juárez “estacionaban” las avionetas que fumigaban los sembradíos de algodón.

Con pocos habitantes, la ciudad estaba bien vigilada.

Pero en 1964, con la llegada de la primera “camaronera”, en la calle 14 y Herrera, todo cambio.

Apareció también la primera maquiladora por la calle Bravo y 17.

Atraídos por la mano de obra barata, empresas como FISHER´S PRICE, ELECTRO PARTES comenzaron a instalarse a un costado de la carretera Lauro Villar, rumbo a la playa.

De todas partes del estado empezaron a llegar personas buscando trabajo.

El Sindicato de Jornaleros, Obreros Industriales y de la Industria de Maquila –SJOIIM- cuyo líder era AGAPITO GONZÁLEZ CAVAZOS se fajó los pantalones y comenzó a exigir buenos salarios.

Aun así, llegaban maquiladoras una semana si y otra también.

Además de los buenos salarios y el requisito de Guarderías Infantiles para las madres obreras, AGAPITO impuso la “Semana de 40 horas con pago de 56”.

-“¡Se van a ir las maquiladoras!”- gritaron los empresarios de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación –CANACINTRA-, el Centro Patronal, y “El  Consejo Coordinador Empresarial”.

Los empresarios de maquiladoras, acá entre nos, siempre quieren pagar salarios de hambre. Es natural. Son empresarios.

AGAPITO no se doblegaba.

Los dueños de una o dos maquiladoras dejaron mesas y sillas viejas de un día para otro y los obreros quedaron al garete.

Los de CANACINTRA enmudecieron-

AGAPITO, con fondos del sindicato, económicamente, por varios meses, apoyo a los obreros.

En una negociación obrero-patronal, cuando los empresarios se negaron terminantemente a aumentar el porcentaje salarial exigido AGAPITO decretó un “Paro Loco”.

Los obreros pararon de trabajar.

“AGAPITO es enemigo de la clase obrera ¡Nos vamos a ir!”.

Pero no se fueron.

En menos de 48 horas los empresarios, viendo que perdían miles de dólares, cedieron.

Miles de personas empezaron a llegar a Matamoros buscando, por los buenos sueldos, trabajo en las maquiladoras.

“¡Papucho!”- gritaban las obreras, en los desfiles del Primero de Mayo, a su líder, AGAPITO GONZÁLEZ CAVAZOS.

Al tiempo, con la llegada de tanta gente, la ciudad perdió su tranquilidad.

Los servicios de agua, luz, drenaje, transporte y vigilancia policial quedaron rebasados.

El trabajo en las herrerías se saturó por la demanda de rejas para puertas y ventanas.

También aparecieron colonias como salpullido y el crecimiento poblacional causo un caos.

A principios de los años 90, las maquiladoras comenzaron a irse a Reynosa donde, líderes charros vendían los contratos colectivos de trabajo al mejor postor.

En las maquiladoras de Reynosa los salarios son bajísimos. 30 años después, siguen igual, con salarios de hambre.

Hace 10 años comenzó a pasar lo mismo en Matamoros.

Los líderes charros, JESÚS MENDOZA REYES (SITPME) y JUAN VILLAFUERTE MORALES (SJOIIM) permiten que sus obreros ganen una miseria.

JESÚS MENDOZA “heredó” el Sindicato creado por su hermano LEOCADIO.

AGAPITO murió a principios del año 2000 y, desde entonces, su sucesor JUAN VILLAFUERTE MORALES ha sucumbido a los ofrecimientos económicos de los empresarios.

A fe nuestra, MARÍA DEL CARMEN CÁRDENAS del CCE-Matamoros tiene una falsa apreciación de lo que ocurre en esta ciudad en cuestión de crecimiento económico: No es por falta de certeza laboral, como dice… es porque los maquiladores ofrecen salarios miserables y la gente ya no quiere que los exploten.

Por hoy, es todo.