AL VUELO-Chapulín

Por Pegaso  

Viendo yo la pantalla plana idiota, ayer por la tarde, vi un comercial donde aparece el personaje de El Chapulín Colorado. Y eso me remitió a mis años mozos de pegaso chaval, cuando me emocionaba al escuchar la presentación del locutor: “Más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón”.

El Chapulín Colorado es el héroe mexicano más conocido. Torpe, chaparro, poco inteligente, feo, pero con algunos gatgets que le confieren poderes especiales.

Por ejemplo, la “Chicharra Paralizadora”, un instrumento que, tocándolo una vez, paraliza a las personas que lo escuchan, a excepción, claro, del propio Chapulín. Con dos toques, las personas recobran la movilidad y la conciencia.

El picarón personaje aprovechó muchas veces ese poder para darle de picoretes a la entonces aún guapetona de Florinda Meza.

También usaba unas píldoras llamadas “Pastillas de Chiquitolina”, con las cuales disminuía su tamaño para caber en cualquier hoquedad.

Con tales habilidades, en muchas ocasiones salía del atolladero-

Pero lo más fabuloso era cuando se aparecía en cualquier lugar, en cualquier época o a veces, en cualquier planeta.

Bastaba con que alguien necesitara su ayuda y lo invocada: “¡Oh! Y ahora, ¿quién podrá defenderme?”, para que apareciera el personaje: “¡Yooooooo!”

No aparecía Batman, ni Supermán, ni Kalimán, ni el Hombre Araña… La invocación era específicamente de El Chapulín Colorado.

Su frases han quedado grabadas en el inconsciente colectivo, y ahora, cada que un político o líder sindical quiere ganar adeptos, levanta el brazo derecho y dice: “¡Síganme los buenos!”

O cuando nos sale algo bien, afirmamos: “¡No contaban con mi astucia!”

Pero cuando la regamos, decimos: “¡Se aprovechan de mi nobleza!”

En cierta ocasión, en un pueblecito del oeste, ocurre un juicio contra el propio Chapulín.

El juez le pide que de su nombre, pero él se niega, porque todo héroe tiene una personalidad secreta que debe preservar.

Sin embargo, ante la insistencia del letrado y la amenaza de enviarlo a la horca, El Chapulín le dice que su nombre de pila es Chapulín.

El juez le dice que no diga su apodo, sino su nombre. Entonces, el personaje le explica de la siguiente manera: “Mire usted, su Señoría. Mi padre era entomólogo. Decidía el nombre de sus hijos por medio de unos papelitos que metía en un sombrero, los cuales contenían el nombre de un insecto. A mí me salió un chapulín, y por eso me llamo así. Los otros nombres que había en el sombrero eran Gorgojo, Escarabajo y Libélula”.

-¡Ahhh, bueno!-replica el juez. ¿Y cuál es su apellido?

-Colorado. Me llamo Chapulín Colorado. Ese es mi verdadero nombre. MI padre era de Guanajuato, se llamaba Pantaleón Colorado y era primo de Juan Colorado.

-Bien, bien. ¿y su segundo apellido?-le vuelve a preguntar el del mallete.

-¿Es necesario que se lo diga?-responde el rojo personaje.

-Sí. Es necesario. Debe constar en actas.

-Bien. Se lo voy a decir. Mi segundo apellido es Lane.

-¿Lane? ¿Cómo Luisa Lane?

-Sí, es que mi papá, cuando andaba por Nueva York le bajó la novia a Supermán, y ella es mi mamá.