CRONICAS POLITICAS POR: ALBERTO GUERRA SALAZAR

Don Héctor Bolaños Calzado, un empresario que alcanzó sus metas Iba a ser presidente municipal de Nuevo Laredo, pero se le atravesó en el camino el cacique de la época, Pedro Pérez Ibarra, y le arruinó el proyecto. Héctor Bolaños Calzado dejó de existir el lunes 19 de octubre, por causas naturales. El señor Héctor fue un hombre emprendedor que tuvo éxito en todas las empresas emprendidas, tanto en los negocios como en las actividades sociales y políticas. Fue Agente Aduanal, fundador del Consejo de Instituciones de Nuevo Laredo. Junto con otros filántropos fronterizos, auspició la creación de escuelas y entregaba apoyos económicos a instituciones de beneficencia social. Una secundaria técnica de la colonia Colorines lleva su nombre, desde 2008. Fue primo de don Edmundo Lozano Calzado y de Víctor Manuel Calzado Mendiola, ambos comunicadores profesionales. Toda su vida perteneció al PRI, de igual manera que se nace siendo guadalupano, aunque no participó en actividades proselitistas. Fue incorporado como candidato a primer regidor en la planilla encabezada por el ingeniero Carlos Montiel Saeb. La suya fue una concesión a la iniciativa privada de la época. Pero la elección de presidente municipal la ganó Carlos Cantúrosas Villarreal, postulado por el PAN. Bolaños toma posesión, como regidor plurinominal. (2013-2016). Veinticinco años antes, Bolaños Calzado buscó ser candidato a presidente municipal, cuando terminaba la gestión de Heberto Villarreal García, que cumplió el ciclo 1987-1989. (El PRI de la época optó por Heberto, que era gerente de la Coca Cola, y desdeñó el proyecto del licenciado Fernando García Aguirre, de la famosa dinastía de los Kennedy de Nuevo Laredo. El pretexto fue que Fernando era muy joven, 21 años, con la experiencia de haber sido Secretario del Ayuntamiento. Una declaración suya publicada en El Mañana, de Ninfa Deandar, terminó de liquidar su aspiración política. Dijo Fernando con agudo sarcasmo que Heberto debía tener mucha experiencia vendiendo refrescos embotellados). El pre-candidato Héctor Bolaños Calzado tenía todo el apoyo del sector empresarial, pero pesaba en su contra el veto del cacique sindical Pedro Pérez Ibarra, que esta vez no tenía candidato para la presidencia municipal, sino que quería el cargo para él mismo. Las cosas se complicaron debido a que Pedro manejaba a la CTM, pero también a la CNOP y a la CNC, pese a que Nuevo Laredo tiene un número simbólico de ejidos, pues lo que prevalece son los ranchos ganaderos. El presidente estatal del PRI, Ernesto Guajardo Maldonado, hizo consultas con sus superiores (era Gobernador el inolvidable ingeniero Américo Villarreal Guerra), y dispuso enviar como delegado especial a esa ciudad, al médico Felipe Garza Narváez. Pérez Ibarra estaba ensoberbecido porque su compadrazgo con Fidel Velázquez, le había conferido tal poder, que los presidentes municipales le consultaban hasta los nombramientos de conserjes y veladores. Felipe llegó a Nuevo Laredo cuando el dirigente cetemista tenía preparado un acto de masas en la plaza principal, pues pretendía pronunciar un mensaje anunciado a los miles de trabajadores su pretensión de conseguir, “con su apoyo”, la candidatura del PRI a presidente municipal. Mediante un diálogo privado, el delegado especial convenció a PPI a demorar el pronunciamiento, al menos hasta que consiguiera la autorización de Fidel Velázquez para hacerlo. Fue así como hicieron los arreglos necesarios desde el PRI, para practicar una consulta a la base, para que los militantes escogieran al candidato. El otro aspirante que se registró fue el AA Héctor Bolaños Calzado. Tuvieron un mes para hacer proselitismo. Héctor se puso en manos de su primo Edmundo Lozano Calzado, experto en mercadotecnia política, para hacer la propaganda. Pedro se atuvo al control que ejercía sobre los sindicatos de maquiladoras. El día de la elección presagiaba hasta violencia, pero felizmente solo hubo incidentes menores. El problema surgió cuando Pérez Ibarra recibió de alguno de sus colaboradores, la incierta información de que iba perdiendo la votación. Decidió el viejo líder obrero “reventar” la elección mediante el robo de una o dos ánforas. Fue suficiente para que se cancelara el proceso y se optara por otro procedimiento. Dado que no fue posible armonizar intereses ni conciliar a los grupos, aplicaron una solución desesperada, de favorecer con la candidatura a un tercero en discordia, que resultó ser el ingeniero Arturo Cortés Villada, jarocho, recién avecindado allí. Cortés, llamado por sus amigos El Sordo, por una deficiencia auditiva, tenía amigos muy poderosos en la Ciudad de México, entre ellos el Secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, jarocho como él. Bolaños Calzado se desentendió desde entonces de la cosa pública, dedicándose a sus negocios, especialmente la agencia aduanal, de las más acreditadas en la frontera. Más recientemente, una enfermedad lo postró en silla de ruedas.