Opinión pública
Encuestas, el último alarido de propaganda
Por Felipe Martínez Chávez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Bendito Dios ¡si le hiciéramos caso a las encuestas!.
En los últimos meses los presidentes municipales del antiguo Nuevo Santander
parecieran estar enfrascados en una competencia de superlativos, al hacer que los
declaren los “mejores” a través de encuestas.
Pasa lo mismo en el ámbito nacional con los Gobernadores –de todos los
partidos- que un mes sí y otro también, difunden estar como los mejor calificados
en su desempeño. Claro que el respetable público no se los cree.
Digamos que los sondeos demoscópicos, como no están regulados por Ley
alguna, son el campo fértil para que los políticos se endilguen títulos de
maravillosos.
Es el último campo no vetado para los funcionarios. Ya tienen prohibido hasta
usar redes sociales, como lo acaba de resolver el INE al aplicar medidas contra
dos alcaldes cuerudos y varios diputados locales y federales. Repartían despensas
y servicios para tomarse la foto y subirla al “feis”.
Como dice López Obrador, esto se acabó, ya no más.
Pero no es tanto que no pueden entrar y crear cuentas particulares u oficiales,
sino el hecho de generar propaganda personalizada, evidente o subjetiva.
Este mismo miércoles el Tribunal Electoral de Tamaulipas dio otro “cerrón” al
círculo de los non plus ultra, al ordenar al regidor por Nuevo Laredo, Juan Manuel
Flores Perales, “tumbar” de inmediato seis anuncios panorámicos en que se
promueve como médico experto en cirugía maxilofacial.
Los magistrados no creen que promueve su carrera profesional, sino que gesta
una carrera política en el tren de Morena.
Como instrumento para desbancar al neolaredense se prestó el esquirol Mario
Sosa Pohl, del PRD, mejor conocido como El Ruso, antigüo inquilino del penal de
Andonegui, en Tampico.
Pues bien, decíamos, las encuestas son el último alarido de la propaganda con
fines futuristas. Falta tumbarlas. Nadie ha hecho punta de lanza ante los tribunales.
Veamos algunos ejemplos aquí en lo doméstico.
El último ranking de Mitofsky (esta semana) dice que los dos “mejores” alcaldes
de México –evaluación a junio- se encuentran en el sur de Tamaulipas, Tampico y
Madero, “El Arabe” Nader y Adrián Oseguera, respectivamente. Uno es panista y el
otro morenista
Esa calificación da la idea que los habitantes del sur viven en el paraíso,
iluminados y bendecidos por los Dioses. Ni en los mejores tiempos de “La Quina”
Hernández Galicia estuvieron mejor.
Sondeos diversos nos han dicho también que los “mejores” presidentes del país
son Maki Ortiz Domínguez, de Reynosa; Enrique Rivas Ornelas, de Nuevo Laredo,
y hasta Mario “La Borrega” López de Matamoros.

En esta evaluación, la de junio, a la de Reynosa le conceden el lugar 43 entre
los 100 enlistados, y al victorense Xicoténcatl González Uresti lo mandan al lugar
95 con una aprobación del 21.2 por ciento.
Para no pocos son bromas de muy mal gusto que juegan con los sentimientos
de los tamaulipecos.
De plano no hay a quien irle. Están a una y una.
El 23 de abril del presente, la empresa Massive Caller nos dijo que, por su
desempeño, el segundo mejor presidente municipal de la República Mexicana era
(es) el neolaredense Rivas y la sexta Maki, llevados al poder por el mismo partido.
Por igual en la primer semana de mayo, la encuestadora Caudae Estrategias
ubicó a Rivas en el lugar quinto por su estrategia de “enfrentar el coronavirus”.
Mandaron a La Borrega al espacio 33 y a El Arabe al 43. Para junio este último ya
era el mejor.
También Massive, en su evaluación de enero, concedió a Ortiz el tercer lugar
nacional y así sucesivamente cambian las calificaciones como si la opinión pública
diera de brincos de un mes a otro, o los señores presidentes fueran unos
iluminados por horas o días.
Son variados los ejemplos. En ocasiones se trata de empresas de prestigio, con
perfil, pero en otras son fantasmas que no las ubica ni “Lolita”. La mayor parte de
las veces son ejercicios que los políticos mandan hacer vía “feis”. Las redes están
inundadas.
Decíamos, nadie ha presentado un recursos de inconformidad ante los órganos
electorales. Procede por el lado de “propaganda personalizada” y hasta pudiera ser
por el uso de recursos públicos. Nadie ha exhibido una factura por la “compra” de
aprobación y popularidad, pero la sospecha ahí está.
En resumen, las encuestas (presuntas) son instrumento para hacer crecer
figuras políticas. De eso no hay duda. Ahora son reguladas solo en periodo de
campañas. Pero da la casualidad que los políticos las utilizan todo el año en sus
administraciones ¿por qué? Porque les sirven.
Son el último alarido del marketing.