Los besos del Diablo
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Hombre proclive a la traición, vía puñalada,
Teodoro Escalón Martínez está a partir un piñón con el PAN y se deja asesorar
en el tema de la alcaldía de Río Bravo, que prometieron devolverle. Lo
engañan con espejitos.
Por segunda ocasión se acerca a los panistas. En la primera, año 2010, les
dio la espalda cuando no le cumplieron el capricho de hacerlo candidato a la
presidencia del pueblo, silla con la cual está obsesionado luego de sentarse
bajo las siglas del PRD en 1999-2001.
Nacido en tierras potosinas (desierto de Guadalcázar 1954), el prócer
sueña que es único e insustituible en el pueblo en que se avecindó.
Hoy se deja querer desde el establo de los vientos huracanados azules, en
la creencia de que van a convertir a RB en “cabeza de playa” de su proyecto
para reconquistar Tamaulipas. Están equivocados.
Ya los traicionó una vez, sin duda los volverá a traicionar.
El fin de semana Don Teodoro, bajo la indicación de leguleyos celestes,
acudió el Tribunal Electoral a presentar sendas denuncias ciudadanas en
contra del cabildo ríobravense porque no aceptaron devolverle la alcaldía,
luego que pidió licencia “sin presión alguna y por así convenir a mis intereses”.
Desde el “mando único” panista que hoy tiene su residencia en el lado
gringo le prometieron que, si no regresa en este trienio, será candidato en
2024.
Llegó por el partido Morena, como suplente, pero se dejó seducir por el
canto de las sirenas celestes y traicionó por enésima ocasión.
Al pedir licencia el edil Héctor Villegas González para ocupar la secretaría
General de Gobierno, Teodoro se quedó como dueño del balón y la cancha. No
supo aprovechar. Como siempre, se dejó besar por el Diablo que le cuchicheó
deseos insanos.
En la práctica es un saltimbanqui, o “chapulín” como le llaman en la zona
maicera a quienes brincan entre una y otra mazorca.
Es un artista en cambiar de chaqueta: Militó en el PRI, PFCRN, PRD, PAN,
MORENA y ahora vuelve con Acción Nacional. A todos ha traicionado, pero la
herida más profunda la dejó en el panismo conservador.
Corrían las primeras semanas del 2010 cuando el PAN abrió la
convocatoria para “dedear” a su candidato a la presidencia de Río Bravo. Se
registraron varios, Juan Diego Guajardo Anzaldúa, José Gómez Caballero y
Francisca Martínez Alonso, aparte de Escalón, quien se consideraba con los
méritos suficientes por “talacha” en territorio.
Desde la capital ordenaron que el candidato fuera Guajardo, populachero y
un “atractivo” para las masas, quien ya había sido presidente por el PRD.
Escalón no pudo controlarse, despotricó, atacó al PAN y se fue con
Alejandro Ceniceros Martínez, el eterno gerente general del Partido del
Trabajo, quien le prestó ¿o rentó? las siglas para que cumpliera su capricho.
Pensaba que las masas acudirían como manada de búfalos a votar por él.
Ganó Juan Diego con 17 mil 500 votos contra tres mil del profesor rural
llegado de San Luis. También mordió el polvo el candidato del PRI, Roberto
García Martínez, la única carta que Eugenio Hernández le había dejado al
candidato a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú. Lo demás es historia.
Teodoro comenzó su carrera en 1984 cuando ocupó una diputación
suplente al Congreso Local por el PRI (primer beso del demonio), donde ya
nunca lo aceptaron en sus filas.
Porque no lo hicieron candidato al sillón municipal, en 1995, se fue
indignado a cobijarse con el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional,
que lo hizo candidato a la presidencia en los comicios del domingo 12 de
noviembre. Perdió.
No era su primera aventura con los panistas. En 2001 fue candidato a
diputado federal por el VIII distrito, llevando como suplente a Pedro Báez
Quintero. Perdió igual.
Había sido alcalde en 1999 por el PRD, donde comenzó su enfermedad por
el poder municipal.
En 2021 se mostró con piel de corderito para incorporarse como suplente
en la planilla de MORENA rumbo a la silla local. Ganó Héctor Villegas e hizo un
buen trabajo que ameritó que Américo Villarreal lo invitara como segundo de
abordo de la 4TT.
Se quedó al frente Escalón, que no supo aprovechar la oportunidad de
pertenecer a un equipo que, por lo menos tiene asegurados dos sexenios al
hilo. Pidió licencia y, a los 21 días, como si fuera un juego, quiso regresar
cuando el Congreso tomaba la decisión de nombrar alcalde sustituto.
Es la historia chapulinera de Teodoro, entregado ahora en cuerpecito y
alma a lo que queda de los vientos huracanados que azotaron Tamaulipas.
Lleva en su imagen varios besos del Diablo.
A los 68 de edad ha sido candidato por cinco partidos ¿espera reivindicarse
en 2024 representando los intereses vacunos?. Sabe, bien que sabe (como
diría Tomás Yarrington), que su tumba política está lista. Prefirió cambiar
camino por vereda, como también fue otra de las frases predilectas del
maharishi sombrerudo Manuel Cavazos Lerma.
Por ahora no hay quien le apueste un comino a TEM. Los artículos
constitucionales y del Código Municipal que argumenta, no dicen que un
alcalde puede pedir licencia y regresar cuando le de su gana, como le
recomendaron al “prócer” que dijera.
El TRIELTAM decidirá si se mete con el derecho parlamentario, como piden
los panistas, o acata el decreto del Congreso que ya nombró alcalde sustituto.
El tiempo corre.