DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
Hace días estaba en una reunión familiar, tenían puesta la televisión en una serie policiaca
que nadie veía, nadie le prestaba atención. Me atreví pedirle a mi cuñado Pablo que le
pusiera en el 5 o en el canal 7, para ver el partido de futbol de la selección de México vs
Honduras. Presente, uno de mis sobrinos políticos, expreso en voz alta: yo no veo los
partidos de la selección, me han decepcionado. Me atreví a sugerirle: velo como un
espectáculo deportivo, sin la pasión que entraña una identidad.
Y precisamente esa decepción que sienten, no uno ni dos, miles de mexicanos, por la
selección mexicana, es parte de una reacción a una situación de fracaso, de mediocridad, en
este caso, de los jugadores de la selección, como de los entrenadores y, claro, no se diga de
los dirigentes del deporte en el país: no buscar dar calidad al espectáculo, buscan, eso sí,
ganancias a corto plazo, son comerciantes mediocres, que no mejoran el producto.
MEDIOCRIDAD.
¿Qué significa que una persona nos decepcione? Como quien dice, que nos falle. Por
ejemplo, hace varios años un ahijado de El Roble entro a estudiar a El Tecnológico; varios
de sus tíos, ya todos jubilados, con ganas de apoyarlo nos dimos a la tarea de darle recursos
para que sus estudios fueran menos complicados a como los tuvimos nosotros. Todo
caminaba sobre rueda, pero un día, de pronto nos enteramos: se salió del tecnológico y se
fue de bracero, con visa de trabajo, a los Estados Unidos. Obvio, a todos, sobre todo a mí,
me decepciono. Ya lo imaginaba como ingeniero.
José Ingeniero escribió el libro: El Hombre mediocre. Y en plata limpia, así lo entiendo yo,
el mediocre es aquel que se tropieza dos veces con la misma piedra, porque el inteligente al
tropezarse la primera vez, tan simple como que la quita, la hace a un lado. En la práctica,
todos los días somos testigos de como hay mediocres en todos los ámbitos, sean laborales,
deportivos, académicos o incluso en el club social. Sin embargo, pese a ellos, la vida
avanza, solo que sin su intervención o participación.
DECEPCION NACIONAL.
Efectivamente, a nivel nacional, hay una decepción por los pobres resultados de el futbol
nacional: en cada competencia deportiva va dejando un poco de gloria. En el último
partido, allá en Honduras, a Javier Aguirre el seleccionador nacional, lo agredieron. Y uno
de los futbolistas, tuvo una genial declaración: que a su entrenador lo lastimaron
físicamente, que lo hirieron, pero que, a ellos, que los derrotaron 2 a 0, les lastimaron el
orgullo. Me pregunto: ¿Qué orgullo puede tener un jugador que no rinde, que no juega, que
no mete goles? ¿Cómo explicar la derrota?
Creo que todos, de una u otra manera, hemos sufrido una decepción: unos, amorosa, que es
dolorosa; otros, por sus hijos que no responden como uno quisiera, o del amigo que no
demostró, cuando fue necesario, que era un amigo… decepciones que, al final, tienen un
impacto en nosotros y debemos preguntarnos. ¿Qué hicimos mal? Si, porque en la
interacción, o intervención, a veces somos parte de ese comportamiento o actitud. Debemos
hacer notar que hay decepciones personales, pero otras son colectivas, estas ultimas las que
tienen que ver con el entorno sean deportivo, educativo o político. Por ejemplo, en lo
personal, mas de 3 políticos me han decepcionado: han mostrado que son vulgares
ambiciones.
DECEPCION POLITICA.
Por ejemplo, hay que decirlo, los políticos victorenses nos han decepcionado. Ya no queda
nada, pero nada, de aquella ciudad limpia y amable que pregonaba Adrián Avilés en su
programa de radio. Y es que, quienes conocimos a la Victoria del siglo pasado, de pronto
nos preguntamos: ¿Dónde quedaron los políticos, los gobernantes, si aquellos que con
obras hacían que nuestra ciudad fueran un ejemplo de ciudad capital? ¿A quien le echamos
la culpa?, no hay mas que, recordar, muchos políticos son vulgares ambiciosos.
Y la cuestión es que, un día si, y otro también, nos enteramos como un servidor publico en
lugar de cumplir con su deber y responsabilidad, de cumplirle a la sociedad, se comparta
como un vulgar corrupto: prefiere aprovecharse del erario público, no le basta con traficar
influencias, si no que da bueno rasguños al presupuesto a su cargo, desviándolo o
cumpliendo de manera ineficiente su tarea. Ya nos olvidamos del PRI, prácticamente ya
desapareció; el PAN, va por el mismo rumbo y MORENA no acaba de convencernos.
LOS VIAJES DE MONREAL.
La familia Monreal son los caciques de Zacatecas. Y es Ricardo Monreal el que mas
destaca. En un principio me pareció un excelente político: que venció al PRI, que hace una
carrera de éxitos; que como senador y líder se presento con una careta de político versátil,
que congeniaba y hasta coqueteaba con la oposición, hasta que AMLO le pinto una raya, lo
doblego. Ahora convertido en el virrey de los diputados, pese a la austeridad republicana de
la 4T, no tuvo empacho en viajar en helicóptero… hasta que la señora presidenta lo puso en
su lugar: lo visto, solo es un vulgar ambicioso.