Por: José Eduardo Pacheco Torres
Quedan Pocos Políticos y Funcionarios Humildes
Ya quedan pocos políticos y funcionarios que son humildes en el trato y comportamiento hacia los demás, funcionarios con gran madurez política e intelectual que saben lidiar con cualquier puesto y que este no les hace más que los demás.
Me pareció interesante hablar de humildad del ser humano por los ejemplos que hemos visto de personajes que han llegado a ocupar puestos, Administrativos, Politicos y demás, y como dice la raza acá afuera: se marean en cualquier ladrillo.
Me acuerdo de Egidio Torre Cantú a quien conocí antes de que fuera Gobernador quien tenia un estilo o una forma de caminar, y que la cambio cuando en un evento subió a la tarima donde se dio a conoce que el seria el candidato, inclusive lo comente a un amigo que como el ser humano cambia cuando no esta preparado.
La historia la conocen muchos, que los dos primeros años de Egidio era difícil que se le acercara el pueblo, tiempo después tuvo que cambiar.
Deben algunos funcionarios aprender del Gobernador Americo Villarreal Anaya que siendo el Primer Mandatario Estatal, es sencillo y accesible, y que no se confundan muchos, esto no quiere decir que sea tibio y falto de carácter, la humildad lo engrandece y lo hace sobresalir.
Es por eso que si tú eres funcionario, Alcalde, Diputado, Administrativo, Director, Jefe de Departamento o tienes algún puesto, aprendan a ser humildes, ya que la humildad es la ausencia de soberbia.
La humildad es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores que los demás, independientemente de cuán lejos hayan llegado en la vida.
En cambio las personas soberbias buscan ser halagadas, reconocidas, les gusta alardear, ostentar y exagerar en estas actitudes.
En la soberbia llama la atención la avidez y ambición desbordada.
Tamaulipas necesita más políticos Humildes, porque si no lo saben, los puestos no son eternos y tienen caducidad, y los amigos y las relaciones bien hechas, sí.
No les vaya a pasar como un funcionario de alto nivel de un sexenio pasado que la soberbia lo invadió y se creía intocable, y a los tres años salió como tapón de sidra y anduvo penando mucho tiempo sin que nadie volteara a verlo ni le hablara, cosecho lo que sembró.
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