MELITON GUEVARA CASTILLO.
Más de una ocasión advertimos o señalamos que un servidor público es improvisado, irresponsable, que ocupa un cargo sin tener el perfil, que no tiene vocación de servicio, entre otras cosas. Y esto sucede de manera cíclica, va con trienios si es a nivel municipal; sexenal, si es de un gobierno estatal o federal. El caso es incuestionable. Por decir, a AMLO se le cuestiono, por decir, que un ingeniero agrónomo, en lugar de uno en cuestiones petroleras, sea el titular de PEMEX. En fin, en estos casos, como bien se dice, es lo que hay.
Aceptar un cargo para el cual no estás preparado, en lo personal, estoy convencido de que es una irresponsabilidad pública. Y lo es por una simple razón: si el gerente de una empresa, contrata a alguien que no cumple el perfil, los errores van a incidir en la producción, en el buen manejo y ejercicio de las tareas o productos que ofertan. Al final, pueden cerrar el negocio. Pero si es en el servicio público, no lo puedes cerrar y, vaya pues, las consecuencias causan un impacto social, afecta a la población, a un público más grande.
ZAPATERO, A TUS ZAPATOS.
Hace tiempo viví o conocí una experiencia. Un buen amigo, de esos que tienen estudios universitarios, pero que no tienen nada de conocimientos del campo, al ser dueño de unos predios rurales se animó a convertirse en agricultor. Y sembró frijol. Y en una ocasión, en una reunión social, le dice a uno de los presentes: Omar, tu que conoces de esto: como va mi cosecha, será buena, como la ves. Y emitió su opinión, dejando lleno de gozo al incipiente agricultor.
Al paso del tiempo, cuando ya las plantas están a punto, que se ven claros en el sembradío, se deduce que no será la cosecha esperada. En su momento cuestione a Omar y me dice: le fue mal desde un principio, tuvo una falla de origen. La tierra no fue preparada correctamente; lo engaño el tractorista, le cobro por un trabajo que no hizo completo. Y luego, sin duda, así siguió: cometiendo otro y otro error… no conoce del campo, de su preparación, tampoco de la siembra y cultivo… Pago, pues al final, su novatada.
NO LA QUIZO REGAR.
Jorge es un excelente amigo. Participo en un gobierno estatal, aun hoy no niega su amistad con fue gobernador. Su paso por el servicio público fue de calidad, humano y eficiente. Y un buen día, platicando, me comenta que en una ocasión tuvo que decirle a su amigo que no. Si, que no le aceptaba la propuesta de que fuera su secretario particular. Y uno, como cualquiera, se sorprende: ser el secretario particular de un alto y poderoso funcionario público siempre es una magnífica oportunidad para crecer.
La razón que Jorge esgrimió, en lo personal, me pareció justa, congruente y con una fuerte carga de responsabilidad pública. No lo hice, aceptar el cargo, porque fuera mucho para mí, una enorme responsabilidad. No acepte por una sencilla razón: desconocía por completo esa área, así como a sus actores y protagonistas. No quiero que me pase, como aquel particular que dejo en la antesala a un líder de la CTM y que, por no recibirlo, bloqueo con carros de volteo las gasolineras de Victoria y luego se escondió. Se desquicio la ciudad.
DAÑO SOCIAL.
El daño es mayúsculo cuando, esa irresponsabilidad social, se desarrolla a nivel de ejercicio del poder. Y es que, en esa coyuntura, es cuando nos preguntamos: ¿para qué quieres el poder? Se ha visto, por decir, que algunos lo usan como un trampolín, para pelear por un cargo mayor, superior. Se dedican así a construir una agenda que le permita socializar y hacer compromisos en esa dirección. Y, vaya pues, por eso de pronto un precandidato no vacila en afirmar que la población de la entidad no ve, por ningún lado, obras públicas significativas y relevantes. Los casos son muchos, hoy solo quiero apuntar uno: el de Xicoténcatl González Uresti.
El doctor participaba en actividades partidistas y no veía venir la oportunidad de oro. Así que se desprendió del partido y se lanza como candidato independiente. Perdió estrepitosamente. A la vuelta del periodo electoral, el PAN lo abandera y gana. Sin embargo, aun hoy en día, el recuerdo de su forma de gobernar, lo persigue: convirtió a la capital tamaulipeca en un desastre, y el desastre arrastro al PAN a la derrota municipal. La conclusión es inevitable: aunque él deseaba, anhelaba ser Presidente Municipal, no estaba preparado para gobernar.
CONOCIMIENTOS Y LEALTAD.
¿Por qué se asigna un cargo a quien no tiene ni experiencia ni conocimientos? La única explicación, válgame pues, es que quien los nombra, también es un irresponsable. Y con el nombramiento, lo único que hace es cumplir un capricho o, en otro plano, lo hacen porque prefieren lealtad que conocimientos y experiencia en los cargos públicos. Recuerdo que un exgobernador decía: que siempre es mejor convertir a sus colaboradores en amigos; que a sus amigos en colaboradores.