Sin duda alguna este mes de diciembre, última etapa del 2021 es muy diferente al de hace tres años cuando el mundo, jubilosamente esperaba el arribo del Año Nuevo con muchas esperanzas.
La despedida del año es cuando miramos atrás los días que pasaron y vemos hacia adelante, esta vez es un panorama sombrío en donde no hay nada alentador, solamente un año por venir incierto y cargado de malos augurios.
Tal vez lo obscuro del porvenir está ocasionando el
desinterés de la población por luchar para salvar el planeta que podría ser exterminado poco a poco por esta gran pandemia y destruido de manera fulminante por ese enorme meteorito, mole que se aproxima y que mantiene a los expertos de la NASA a la expectativa buscando la manera de destruirlo o al menos desviarlo de su trayecto rumbo a la tierra.
Pero hasta el momento, un gran porcentaje de la población mundial le deja las cosas a nuestro Dios, siguen su vida destruyendo el planeta inmisericordemente y destruyéndose entre sí, desde los más jóvenes hasta los más viejos actúan de una manera errática asesinando y robando y cometiendo otros delitos sin ningún reparo.
Un fenómeno alarmante es también el hecho de que cada vez mueren mas personas y nacen menos niños, lo que también está condenando a la extinción de la humanidad; sin querer con esto aconsejar a los padres a procrear desenfrenadamente sin antes planear el bienestar de sus hijos.
En fin, nos quedan un poco más de tres semanas para darle la bienvenida al 2022; hagamos un examen de conciencia y pensemos qué estamos haciendo mal, qué es lo que le estamos forjando a nuestros hijos para que puedan superar los obstáculos y problemas que sus mayores han sembrado en éste antes hermoso planeta creado para ser habitado por personas cuya mentalidad ha ido evolucionando en algunos casos para mejorarlo y en otros para destruirlo y destruirse entre sí.. Por hoy es todo, ¡hasta la próxima!