Cd. Victoria, Tamaulipas.- Ausencia de siglas panistas, colores celestes y la “vacaseñal” hoy materia de odio popular.

Emblemáticos en la batalla del 2016, a estas alturas de la tarde (cinco sextos) representan el hartazgo ante una sociedad cada vez más exigente, y que sabe, bien que sabe –como dijo aquel que está en el bote en Estados Unidos- que su poder está en las urnas.

Al centro de los reflectores César Verástegui Ostos, El Truco, todavía Secretario General de Gobierno, rodeado de amigos y simpatizantes, autor de un “golpe de timón” al partido en el gobierno, para deshacerse de la nada buena imagen que arrastran.

Después de perder la mayoría legislativa el seis de junio, no es mala idea una “lavada de cara” y sepultar malos recuerdos.

Es de sabios aceptar culpas y pedir perdón. Lo único que le faltó es correr a “Don Cacharro” Cantú, el gerente estatal, para dar la “vuelta” completa a la hoja, deshacerse de ese pasado nada grato que crece en el rencor ciudadano.

Y ese cambio de rostro, ahora navegando de la mano de la sociedad civil, tiene su origen en la segunda esquina del poder en Palacio ¿de quién más? el único político político del grupo compacto. Los demás son burócratas de media cuchara.

Entiende que es la última carta celeste que queda: Ir alejándose del equipo, del slogan de los “vientos del cambio” que fueron “flor de un día” y hoy representan un pesado lastre.

Si el pre y luego candidato quiere crecer –el propio Verástegui-, tendrá que ir despidiéndose de Francisco Javier para brillar con nueva luz, su propia luz.

A tal encrucijada se enfrentó en 2016 Baltazar Hinojosa Ochoa, entonces candidato del PRI al gobierno, pero tarde entendió que tenía que deslindarse de la asfixiante influencia de Egidio Torre Cantú. Lo  hizo en Tampico 15 días antes de terminar la campaña, pero el mal estaba hecho. Mordió el polvo.

Operador del mismo triunfo de Francisco Javier en el 2016, El Truco trata de construir una candidatura en base a la sociedad civil, apartidista y libre de colores… O multipartidista pero sin el predominio de alguna organización en particular.

Urge que lo haga, si bien al final necesitará de un partido que le preste las siglas, y ese será el PAN.

Son muchos los agravios del grupo cabecista (de Reynosa) hacia el pueblo tamaulipeco. Hace bien en marcar línea si quiere generar confianza.

Estrategia inteligente el hacer suyos a los agraviados de casa como Leticia Salazar Vázquez, la ex presidenta de Matamoros, perseguida por cinco años por Francisco y su perverso aparato de la Fiscalía y del Congreso del Estado.

Esto nos recuerda que, en 1998, como precandidato al gobierno, Tomás Yárrington Ruvalcaba sacó del bote a Juan Genaro de la Portilla, encarcelado por el Gobernador Cavazos Lerma, y lo hizo diputado local. A ambos les fue bien en las urnas en Altamira.

Hasta donde pudo, Yarrington se deslindó de la negra historia del sombrerudo maharishi ¿es lo que hará César?.

Liberó, en otro ejemplo, a ejidatarios de San José, municipio de Gómez Farías, que Cavazos había refundido en la cárcel con fianzas millonarias, porque quería quedarse –ya eran suyos- con terrenos de la comunidad. Tomás se los regresó.

Y nos recuerda que en el 2018, el Presidente Peña dibujó la magia de proyectar a José Antonio Meade como candidato a la Presidencia, surgido de la ciudadanía y no del dinosaurio tricolor. Le fallaron los cálculos y perdió frente a AMLO.

Verástegui arrancó su precampaña con la sociedad civil, grupos y organizaciones, sin olvidar a militantes de los partidos con los que podría ir en alianza, PRI y PRD, representados por Alejandro Guevara Cobos y Mario Sosa Pohl.

Es la lucha interna por la candidatura panista al gobierno. Fuera de “El Arabe” Nader, de Tampico, no tiene adversario al frente. La constitucional está lejos.

Ya que hablamos del PRD y Sosa Pohl, vaya cochinero que exhibe Guillermo Gómez Vizcaíno, ex candidato a la alcaldía en Victoria, al dar cuenta de las trampas que le tendieron los dirigentes de su partido para que aceptara ir en alianza con el PAN y PRI, o se retirara.

No lo dice con sus letras, pero da a entender que fueron “vendidos” él y otros candidatos por el dirigente del CDE, Armando Valenzuela Arroyo, y Mario Sosa Pohl.

Como dice el propio Vizcaíno, “no soy un Santo ni estoy en vías de canonización”. Sabe cómo masca la iguana en estos territorios, pero les da una descobijada del centaveo y nepotismo con que manejan el partido del Sol Azteca desde hace años. La pura corrupción andando.

Hablando de precandidatos morenistas, Américo Villarreal Anaya estuvo el fin de semana en Tampico, donde declaró a los reporteros que está listo para registrarse como precandidato al gobierno, en cuanto aparezca la convocatoria.

El domingo presidió en esta capital el evento  “Una Esperanza de Vida”, en el marco del Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer de Mama, al que se hizo acompañar por su esposa Ma. De la Luz Santiago, también doctora.

Rodolfo González Valderrama difundió reunirse en la capital con Lázaro Cárdenas Batel, jefe de asesores de AMLO y nieto de “Tata” Lázaro, para ver temas relacionados con los programas federales que tiene a su cargo.