No tengo el gusto de conocer personalmente a Maki Ortiz Domínguez pero he seguido por los medios y por las redes sociales sus tareas políticas que la llevaron al congreso de la Unión, a una subsecretaría federal y a la alcaldía de Reynosa donde estuvo cinco años con altos índices de aceptación que le permitieron heredar al trono municipal a su hijo Carlos Peña Ortiz. La señora vivió cinco años enfrentada al aun gobernador panista Francisco N quien, perteneciendo al mismo partido le hizo la vida imposible ignorándola cada vez que realizaba visitas a la localidad fronteriza. El tiempo ha demostrado que la expresidenta municipal es resiliente porque superó una larga enfermedad y soportó con estoicismo el desprecio permanente de su correligionario quien, paradójicamente, ahora rueda cuesta abajo debido a una serie de ilícitos que investiga la fiscalía federal.
En virtud de que el PAN, administrado en Tamaulipas por Francisco N, intentó involucrarla en temas judiciales para sacarla del escenario político, MOD se envolvió en la bandera independiente y se arrimó a MORENA a través del dirigente nacional Mario Delgado Carrillo quien aceptó al hijo de la dama en cuestión, se le arropó y se le hizo ganar limpiamente en las urnas demostrando, como si fuera necesario, que el movimiento fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador es una plataforma donde predomina el pragmatismo antes que la ideología. Encaramada en la ola guinda, la exalcaldesa reynosense tiene ahora a su vástago gobernando la ciudad más poblada de la entidad y al marido presidiendo al DIF municipal mientras ella pasea su rubia cabellera, su permanente sonrisa y su mirada anglosajona por las principales plazas tamaulipecas invitando al público a que la hagan candidata a gobernadora.
Sus adversarios se han encargado puntualmente de señalar sus inconsistencias diciendo que Reynosa es un tiradero, que hay un atraso de décadas en materia de urbanización, que la inseguridad está peor que antes que hubo corrupción, que hay nepotismo, que la señora se enriqueció escandalosamente y que en la urbe fronteriza hay muchas obras inconclusas. Sobre el tema recuerdo aquí dos testimonios de damas originarias de broncópolis: Acerca del caos que ha imperado siempre, la célebre maestra Norma Débora Treviño (+) decía: En Reynosa ya estamos acostumbrados a vivir en el desorden; hagan de cuenta que tenemos las cosas aventadas o amontonadas como si mañana nos fuéramos a ir a algún lado. Cuando era diputada por el PRI, Amira Gricelda Gómez, dijo frente a varios reporteros que le cuestionaban sobre la violencia: yo crecí en la colonia Del Prado que es muy céntrica y desde niña recuerdo que casi todos los fines de semana había tremendas balaceras; así ha vivido la frontera.
Volviendo con la precandidatura de Maki por MORENA vale apuntar que la dama en cuestión representa a ese feminismo light, clasemediero, aburguesado, que reclama espacios para las mujeres aunque poco hace por las más vulnerables de la sociedad. Nos guste o no, MOD se ha montado en la creciente ola que reclama que una mujer llegue al máximo puesto de la entidad y no es casualidad que algunos voceros encumbrados del morenismo se hayan apresurado a declarar que la candidatura en Tamaulipas será masculina. Lo cierto es que el protagonismo de la exalcaldesa de Reynosa ha metido el acelerador en la precampaña de MORENA por la gubernatura y algunos aspirantes tienen tímidos acercamientos con los profesionales de la información luego de que, durante meses, solamente emitían sus mensajes a través de sus redes sociales a las que prefieren principalmente porque son casi gratis.
A propósito de escenarios, a nivel estatal hacen su lucha por el PAN el agrónomo César Verástegui Ostos y el alcalde tampiqueño Jesús Nader Nasrallah. En Morena (otro club de Tobi): Américo Villarreal, Rodolfo González, Héctor Garza, Felipe Neri, JR y otros.
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