Cd. Victoria, Tamaulipas.- La elección de junio quedó atrás. Los tribunales ya no pueden “tumbar” diputaciones, presidencias o regidurías. Como quien dice, consumatum est.
Aquí habíamos dicho que el que ganó ganó. Los tribunales no modificaron constancias de mayoría. No habrá elecciones extraordinarias. La batalla terminó y los gladiadores cerraron lamiéndose las heridas, recuperándose, reorganizándose para la lucha que sigue.
En la historia de Tamaulipas no se han dado elecciones extraordinarias. En la época de la dictadura perfecta (del PRI) había los “concejos de administración civil” manipulados por los gobernadores.
Imagino que después del festejo de aquellos que ganaron sin saber por qué, o encomendados a la Virgen del Chorrito, como Morena, empiezan a resentir la cruda. Es momento que dejen la fiesta y empiecen a correr el lápiz.
Los partidarios de la 4T alcanzaron un promedio de 30 mil votos arriba de sus competidores más cercanos, en este caso el PAN. No es algo de lo que tengan que sentirse orgullosos.
Si lo vemos claro, conseguir la mayoría en el Poder Legislativo fue una victoria pírrica. Ya se le fueron dos de sus “baluartes”, Leticia Sánchez y Lidia Martínez que, quiérase o no, son dos “dedos” para levantar.
Morena y aliados se quedaron con el 38.92 por ciento de los sufragios emitidos, en tanto los azulados el 36.78. Una distancia muy corta.
Pasaron los días y es fecha que el presunto nuevo jefe estatal de los pejelagartos, José Ramón Gómez Leal, no da señales de vida para reorganizar al partido, sacarlo del letargo, del abandono en que se encuentra. Si el festejo continúa, perderán lo que avanzaron.
No están acostumbrados al poder, se engolosinaron antes de tomar las riendas del Congreso, cuando la victoria no es como se las pintaron. Para aterrizar la 4T como ellos quieren, necesitan ganar la gubernatura en el 2022 y la 66 legislatura en el 2024.
Los panistas aprendieron muy rápido en la escuela de la dictadura priísta. Secuestraron a los “mapaches” y los pusieron a su servicio. Con menos escrúpulos que aquellos, les ha ido bien en conquistar espacios. Están listos para dar la batalla final.
De hecho habrá dos candidatos a la gubernatura: Uno por la alianza Pan-Pri-Prd, y el otro (varones) Morena-Pt-Verde. Otra vez la polarización de fuerzas. Los demás son comparsa incluyendo a los posibles independientes Marco Antonio Elejarza y Francisco Chavira Martínez.
Está visto que los partidos “chiquillos” no son capaces de meterle lana de su bolsa u organizar actividades que les generen ingresos. Perdieron su registro (subsidio estatal) el Verde, Prd, Pt, Encuentro Solidario, Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas.
El millón 600 mil que les dará el IETAM para la campaña por la gubernatura, será encaminado a las carteras de sus gerentes y no para tratar de ganar.
Yo supongo que los adalides están enterados que la suma de votos por partido, en una elección, no es la misma para la siguiente. Si así fuera cualquiera ganaría una contienda y hasta “con los ojos cerrados”.
Como dice el máximo operador político –o “mapache”- que se ha capacitado en esta tierra, Ricardo “El Negro” Gamundi, “cada elección es diferente”.
Si en 2022 van en alianza Pan, Pri y Prd, la clientela a su favor no será la suma de lo que alcanzaron en el 2021, como parecen opinar los expertos panistas del cuarto de guerra.
Es más, esa alianza comenzó a “cuartearse” en las últimas horas, cuando el PRI de “Alito” Moreno sacó su veinte en torno al frente común para retachar, sin análisis previo, la reforma energética de AMLO. Desde el comienzo de la legislatura se aliaron con Morena.
Por el amasiato con los panistas en los comicios de junio, los jefes del Revolucionario no ganaron lo que pensaban. Les fue mal. Habrían cosechado más en solitario.
Desde “la esquina del poder” estatal salieron instrucciones para concertar una alianza con el PRI. Ahora sí la necesitan. Pensaron que en junio se la llevarían con “zapato”, pero la ciudadanía les retobó al votar en contra en las principales ciudades.
Hay diferencias que, al final de la tarde, echarán por la borda el pretendido matrimonio diabólico de derecha e izquierda, para sumar los 515 mil votos azules con los 133 mil tricolores (los 15 mi del PRD ni para que mencionarlos) y hacer un producto de 650 mil que le daría en toda la torre a los guindas ¿así opera la política? Los grandes mapaches cuerudos dicen que no.
Supongo también que los morenos saben por igual que no es la suma sino el producto, que los 42 mil sufragios del PT no fueron para él sino por inercia para Morena, y que al Verde Ecologista con sus 37 mil clientes, no le alcanzó para un escaño.
En resumen: Los ojos de la clase política estatal están puestos sobre la pretendida alianza “prianista”. De firmarse habrá deserciones hacia el establo contrario. Si no, también.
Recordamos el mensaje del “toro sagrado” del priismo tamaulipeco, Roberto González Barba: “Mi amigo Edgar Melhem entrará en razón, uno no debe ir en contra de las decisiones nacionales”.
Y la respuesta del hoy diputado y jefe estatal del Revolucionario: “Las alianzas no se construyen con boletines”.