—–LA VERDADERA HISTORIA, EN LA SALIDA DEL RECTOR SUÁREZ-
En la historia política de los recientes rectorados de la UAT, la constante ha sido la reelección. Por lo menos cuatro de ellos han ejercido el poder en un lapso de casi tres décadas y media. Casi cuarenta años.
Empezando por el asiduo jugador de Las Vegas Jesús Lavín Flores, posteriormente Manuel Adame Mier, Humberto Filizola y José María Chema Leal. Aquellos que no han podido disfrutar de un segundo y jugoso periodo, ha sido no porque ellos decidan no reelegirse, sino porque las condiciones no les han sido propicias.
El primero se echó diez añitos y ocho cada uno de los que posteriormente, siguiendo la tradición, se despacharon con la cuchara grande.
Solo se han dado algunas excepciones, pero no es porque no hayan querido, sino porque desde el poder les retiraron la canasta del poder.
Por ejemplo en el caso Enrique Etienne Pérez del Rio, su salida fue tersa porque ese fue el acuerdo entre los amigos y aliados transexenales Francisco García Cabeza de Vaca y su antecesor Egidio Torre Cantú.
En lo que concierne a Jesús Lavín Santos del Prado, solo duró dos años y no cubrió ni siquiera el periodo normal de su ejercicio, pues se sabe que de ese tamaño eran sus diferencias con el gobernador en turno Eugenio Hernández Flores.
Por cierto es memorable aquella expulsión que Lavín Santos del Prado le recetó a quienes los amigos de la época, conocen como La Galga, hoy rector de la UAT.
Nos referimos a Suárez Fernández, un académico respetable a quien los cabecistas le están dando la oportunidad de salir por la puerta grande, de manera decorosa, aunque tras bambalinas, se rumora, le están torciendo el brazo para que no se reelija en su cargo. La reelección en la UAT está prevista en el artículo 26, que a la letra dice: “El rector es la mayor autoridad ejecutiva de la universidad, su representante legal y Presidente de la Asamblea Universitaria, durará en su cargo cuatro años, y podrá ser reelecto por una sola ocasión, para un periodo igual inmediato.
La reelección es producto de una cultura política caciquil que como bien se observa se contradice abiertamente con su lema institucional de: Verdad, Belleza y Probidad, sobre todo con el último de estos conceptos que significa: moralidad, integridad y honradez en las acciones.
Todas las reelecciones en la llamada máxima casa de estudios, no han servido para otra cosa que para que, quienes las ejercen, incrementen su riqueza personal y ejerzan el más vergonzante de los patrimonialismos.
La reelección por un periodo en la UAT, surge desde la época fundacional, pero entra en su etapa de descomposición y corruptelas en los años setenta, a partir de que el gobierno echeverrista buscó desarticular la universidad crítica y el movimiento estudiantil independiente.
Después de las represiones de Tlatelolco ( Gustavo Diaz Ordaz 1968) y Jueves de Corpus, (1971) ya con Echeverría en la Presidencia, el gobierno de la república trazó toda una estrategia que tenía como base corromper las estructuras estudiantiles, mediante la inyección de fuertes sumas de presupuesto.
Fue así como surgieron los grupos de choque, ( la institucionalización del porrismo universitario, a la cual no fue ajena nuestra universidad pública).
Un dato anecdótico y que tiene cierta similitud con la película “La Ley de Herodes” protagonizada por Damián Alcázar, fue el que se vivió en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, cuando su rector Humberto Filizola Haces, buscó, ( al igual que el personaje del mencionado film), reformar el estatuto universitario para que en lugar de una reelección, hubiese dos reelecciones, con lo cual el periodo de poder se extendería a doce años.
Afortunadamente, según se sabe de buena fuente, desde la Subsecretaría de Educación Pública en el país, se frenó dicha intentona, pues a sus altos funcionarios de ese entonces, les pareció no solo un absurdo y un acto de poder desproporcionado, sino que como los operadores del presupuesto federal, advirtieron que no se prestarían a este tipo de acciones, que caían en lo grotesco.
Volviendo con el tema del rector Suárez Fernández y su despedida del grupo cabecista, aparentemente se trata de algo normal, dado que José Andrés fue electo para el periodo 2018-2021, y nadie vería en su despedida de la rectoría, nada anormal, salvo por el hecho de que, el actual rector es amigo muy cercano de uno de los aspirantes más firmes de MORENA a la gubernatura de Tamaulipas.
En los círculos íntimos de la política universitaria, se comenta que la salida de Suárez Fernandez se debe a una presunta perdida de confianza por parte del alto mando cabecista, mismo que lo observa como una especia de “Caballo de Troya”, como un enclave de poder, desde el cual estarían liberando información a favor del morenismo.
¿Será esa a verdadera razón por la cual, el rector Suárez Fernández no estaría siendo considerado para la reelección por el gran elector de la UAT, ese gran elector que decide desde Palacio de Gobierno?