Por Oscar Díaz Salazar
En los primeros días del mes de septiembre del 2018, a tres semanas de que tomará protesta como senador de la república el doctor Américo Villarreal Anaya, declaró a los medios de comunicación de la capital del Estado, que pondría en funcionamiento cuatro oficinas de gestoría, para atender a los habitantes de las ciudades más pobladas de Tamaulipas. El galeno victorense prometió que tendría oficinas en Ciudad Victoria, en Matamoros, en Reynosa y en uno de los municipios de la zona conurbada que integran Tampico, Altamira y Madero. El compromiso de habilitar un espacio para atender a los ciudadanos, escucharlos, ofrecerles beneficios y abrir un canal de comunicación directa con los tamaulipecos, que son las actividades y servicios que tradicionalmente se prestan en estas Oficinas de Gestoría, es un compromiso incumplido, un ofrecimiento no atendido, una promesa fallida, una vil mentira. El tiempo transcurrido desde que anunció que abriría las oficinas son los tres años de vigencia de una de las dos legislaturas en las que se desempeñan los senadores de la república. Un trienio es tiempo suficiente para reconocer que Américo Villarreal es el típico político mentiroso que no tiene empacho en hacer las promesas que sean necesarias para lograr sus propósitos, aunque no tenga la menor intención de cumplirlas. El trabajo del senador Villarreal Anaya ha sido irrelevante en los temas sustantivos del cargo, en las tareas legislativas, como inútil ha sido en las actividades de gestión de beneficios a favor de los tamaulipecos, por lo que se pudiera pensar que de nada serviría que el junior del ex gobernador tuviera en funcionamiento las oficinas prometidas. Más lo que sí es muy importante y no debemos ignorar, es identificar que Américo Villarreal Anaya es un político de la vieja escuela, formado en las peores prácticas del priismo ( y no es pleonasmo ). Si en lo poco y simple ha incumplido; si no ha atendido un compromiso que le hubiera facilitado la promoción de su persona e imagen en la búsqueda de mejores cargos, poco o nada se puede esperar del senador que mucho disfruta de las ventajas de los cargos que ha tenido, pero no atiende sus responsabilidades Américo Villarreal mucho disfruta de las dietas como senador y de la vida de privilegios, pero no fue capaz de pronunciarse en el tema del desafuero de Cabeza de Vaca y en la declaración de la desaparición de poderes en el Estado, que es una facultad exclusiva de la Cámara de Senadores. Dicen sus defensores que Américo no pelea, que es conciliador. Y es cierto, Américo no confronta, pero bien que disfruta de lo que se logra con la lucha de otros, con las batallas ajenas. Américo no es de choque, es negociador, dicen sus fans. Y sus detractores señalan que está «arreglado», está por dentro, es troyano, es opositor que no se opone, rival a modo. Américo Villarreal es, en el juicio de sus críticos, uno de los tres personajes que impulsa Cabeza de Vaca para ser candidatos de Morena al gobierno de Tamaulipas.