AL VUELO-Albergue

Por Pegaso  

Tenía meses de no pisar el refugio de migrantes “Senda de Vida”.

No porque no haya querido, sino porque había una especie de bloqueo.

En repetidas ocasiones intenté contactar por teléfono con el pastor Héctor Silva, pero siempre me contestaba una mujer, asumo que su esposa, quien siempre salía con evasivas, cuando anteriormente él mismo contestaba y me proporcionaba los datos que le requería.

De un tiempo acá se encerró a piedra y lodo.

Ni aún cuando me presentaba personalmente solicitando una entrevista con el Director. Siempre me decían que estaba ocupado o que andaba fuera.

Muchos años cubrí las noticias que generaba el albergue y siempre tuve una atención de primera por parte del morenito.

Por eso me extrañó el repentino mutis.

Ahora, con la amenaza de desalojo, las puertas de la casa del migrante se volvieron a abrir para la prensa, en un desesperado intento por conseguir el apoyo de la opinión pública ante lo que aseguran es un ataque a esa institución y una violación a los derechos humanos más fundamentales de los 600 migrantes que ahí permanecen.

No me lo crea, pero hay versiones de que no todo lo que ahí ocurre es limpio.

Para empezar, organismos internacionales hacen llegar todo tipo de ayuda, tanto en especie como en metálico.

Distribuidas por todo el espacio que ocupa el albergue, hay tiendas de campaña de tela y cabañas de metal o plástico que son traídos de los Estados Unidos como ayuda humanitaria para las familias que están a la espera de asilo político en Estados Unidos.

Como ocurría hace unas décadas con el CEFPRODHAC, este tipo de asociaciones filantrópicas reciben cientos de miles de dólares al año, aparte del apoyo que les otorgan los gobiernos federal, estatal y municipal.

El Gobierno del Estado construyó recientemente una techumbre como las que se edifican en las escuelas, además de que está en fase de cimentación lo que será el albergue oficial para migrantes, a un lado de “Senda de Vida”.

Ahí mismo, el pastor Héctor Silva posee su residencia, donde vive con su familia, con todas las comodidades habidas y por haber.

Sí. La labor que realiza Silva De Luna es encomiable, porque durante estos veintitantos años, desde que estaba en un tecurucho cercano a la plaza de toros Reynosa, hasta que se sitio actual, ha atendido a decenas de miles de personas que vienen en busca del sueño americano.

Sin embargo, surgen versiones en el sentido de que en el interior del albergue nada es gratis.

Incluso la gestión para ser incluidos en la lista de espera y obtener un lugar preferencial, cuesta una lanita.

En el tema de los migrantes todo parece ser negocio. Cuando vienen por tierra, los vacunan los policías locales y estatales. Si vienen por avión, los de Migración les bajan 200 dólares solo por dejarlos recoger sus chivas y salir del aeropuerto.

Existe la amenaza de un desalojo.

Organismos no gubernamentales, acompañados por la CNDH y la Comisión de Derechos Humanos de Tamaulipas (CODHET) ofrecieron su apoyo al albergue “Senda de Vida” y hasta asesoraron para solicitar un amparo.

Difícilmente se llevará a cabo dicho desahucio, porque se trata de un tema humanitario.

Lo que sí sería interesante es transparentar todos los manejos al interior de esa institución que se supone es caritativa para evitar toda traza de sospechosismo.

A fin de cuentas, si resultan falsas las afirmaciones, “Senda de Vida” saldrá fortalecido y legitimado, lo que a la vuelta de la esquina redundará en mayor ayuda nacional e internacional.

Viene el refrán estilo Pegaso: “Abstente de realizar acciones positivas cuya apariencia sea negativa”. (No hagas cosas buenas que parezcan malas).