MI OBISPO Y EL PRESIDENTE AMLO

Victoria y Anexas/Ambrocio López Gutiérrez/

Para nadie es un secreto que el Obispo de Ciudad Victoria, Antonio González Sánchez, es un hombre educado, firme en sus creencias pero tolerante con las ideas ajenas. También se sabe que en las clases altas es criticado porque no es proclive a satisfacer caprichos y está acostumbrado a utilizar su valioso tiempo para atender a quienes verdaderamente lo necesiten. Le hemos visto reunirse con los internos de la penitenciaría estatal de Tamatán, acudir a reuniones de alcohólicos, drogadictos, oficiando misa para los reporteros, bendiciendo establecimientos comerciales, encabezar confirmaciones en las parroquias bajo su jurisdicción, que se extiende desde Tula hasta Soto la Marina. Aparte de ser un indiscutible líder espiritual en la región, mi Obispo pronuncia conceptuosas homilías, brillantes conferencias, es un magnífico motivador de los grupos religiosos y animador de la catequesis.

De su relación con la clase política destaca la falta de acercamiento con el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, quien se ha reunido con otros jerarcas católicos pero prácticamente ha ignorado al Obispo de Ciudad Victoria. Me consta que tampoco simpatiza con el presidente Andrés Manuel López Obrador porque en varias charlas ha sostenido dudas acerca del tabasqueño. Podría decirse que González Sánchez se sentía más cómodo con los políticos del PRI como el victorense Enrique Cárdenas del Avellano o el neolaredense Ramiro Ramos Salinas. También se le nota muy a gusto en las parroquias y capillas de la periferia a donde acude a las confirmaciones o a la celebración de las fiestas patronales. La primera vez que vi personalmente al Obispo fue en su consagración, recién llegado a esta capital, en el Gimnasio Multidisciplinario de la UAT en cuya alfombra se acostó boca abajo, como indica el ritual, mientras el representante del Papa le confería la investidura que ha llevado con mucha dignidad.

Sin ser simpatizante de la 4T, mi Obispo Antonio mostró hace días una coincidencia con el presidente AMLO cuando le restó importancia al uso del cubre boca. Al igual que el tabasqueño, el jefe regional de la iglesia católica recibió una andanada de señalamientos por parte de medios regionales, nacionales e internacionales. Vale mencionar que nuestro Obispo nunca se pronunció en contra de la mascarilla profiláctica, dijo que él en lo personal tiene mucha fe en Dios y no cree indispensable utilizarla todo el día. También subrayó que jamás les pediría a sus feligreses que se la quiten pero, la campaña anticlerical ya estaba desatada y surgieron los que aprovechan cualquier tema para lanzarse en contra de una personalidad religiosa que se ha destacado por desarrollar su trabajo de manera eficiente y honesta.

Volviendo con AMLO, el presidente de la república, apenas se recuperó del COVID, reiteró que no utilizaría el cubre boca cuando pudiera guardar sana distancia y volvió la campaña en su contra. Hay algunos medios que han llegado al extremo de proponer cárcel para quienes no usen la mascarilla cuando los científicos han insistido en el sentido de que cubrirse ayuda pero no impide contraer la enfermedad. Lo simpático del tema es que algunos que han criticado al Obispo y al presidente de México son los mismos que exigen la reapertura de los bares, los gimnasios, los restaurantes y otros establecimientos, con el argumento de que se debe salvar la economía por sobre todas las cosas. La doble moral de los fariseos, de los mercaderes de los templos…

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