Innovadores de la “ingeniería electoral”
Cd. Victoria, Tamaulipas.- En Antiguo Morelos el PAN lleva como su
candidato a la presidencia a Carmelo Tinajero Castro. Es el marido de la
presidenta saliente, Evangelina Avila Cabriales, quien llegó al poder en 2016.
Carmelo ya fue alcalde, lo mismo que su hermano José Guadalupe.
Pues bien, continuar con los cacicazgos familiares locales y postular a
vasallos y opositores, es una de las variantes de “reingeniería electoral” que hoy
privilegia el partido azul.
En Díaz Ordaz quedó inscriba Paola Elizabeth Méndez Domínguez, actual
regidora en el ayuntamiento que llegó por Morena.
Por Bustamante va Brisa Verber Rodríguez, quien es presidenta del DIF en
un gobierno emanado del PRI.
A Jaumave se le “guisa aparte” porque hay cuatro suspirantes que hicieron
solicitud, una de ellas Norma Villanueva Ramos, esposa del actual presidente
panista Martín Rodríguez García.
Y así sucesivamente, los azules han creado una mescolanza, un coctel que,
si falla, puede explotar con fatales consecuencias para sus inventores.
Es algo inédito, hecho con ingenio pero también un Frankenstein que les
puede revertir y marcar el comienzo del fin de la era panista en Tamaulipas.
Si hacemos un recuento, dos exitosos operadores políticos se han
distinguido en los últimos 15 años, como reinventores de la “ingeniería electoral”.
El primero de ellos Ricardo “El Negro” Gamundi Rosas; el segundo César
Augusto “El Truco” Verástegui Ostos, todavía en activo.
Don Ricky vino a refinar el método porfiriano del “maiceo” con una técnica
más elevada: “Toda cabeza tiene un precio” y, cuando no se puede “arreglar
arriba”, queda dividir el territorio en microrregiones para hacer lo mismo.
Fue tan exitoso que en el 2009 se llevó “ocho de ocho” distritos electorales
federales y dejó en “zapato” al PAN. Comenzó así una exitosa carrera de
marketing que le deja para vivir bien a través de su empresa OWL Estrategas, y
de vez en cuando se le ve por Tamaulipas.
Verástegui ha puesto en práctica un método nuevo, una auténtica innovación
que debería patentar si, como espera, le rinde los mejores frutos en las urnas y
dedicarse a eso en el futuro, como el moreno jarocho.
No se aparta mucho del principio gamundiano del precio de cada conciencia,
aunque la variable es ofrecer y “jalar” a su causa a los actores más populares
según su encuesta, vengan de donde vengan, en una revoltijo ideológico
indefinido.
En ese coctel ha metido de todo, a militantes azules, subyugados de otros
partidos y hasta enemigos, no porque no esté en condición de vencer, sino para
evitar rudeza de más.