Almaraz, ante un camino de cieno y pus… José Ángel Solorio Martínez ¿Qué sentirá Eugenio Hernández Flores, ante la nueva postura de sus amigos –a estas alturas, supongo ex–, a quienes en el pasado hizo súper millonarios y ahora se están echando en brazos de sus acérrimos enemigos, los panistas tamaulipecos? El caso más emblemático es el de Oscar Almaraz Smer. Durante seis años, vivió una orgía plena con los dineros públicos de los ciudadanos de Tamaulipas. Luego, acumularía otros tres años de desenfreno presupuestario al frente de la alcaldía de ciudad Victoria. Y antes, por sus manos pasarían miles de millones de pesos para la operación política de las campañas de decenas de candidatos que hicieron del papel moneda su principal divisa política. Almaraz Smer, antes de que Geño lo cobijara con su sombra, era un pequeño empresario –nada vergonzoso, sino a contrario: bastante honroso– que sobrevivía vendiendo hamburguesas y tortas en un pequeño establecimiento. Después de Geño, se transformó en un potentado capitalino. Muchos no sin envidia, describen a residencia del magnate priista como una de las mansiones más lujosas de entre las casas más lujosas en la capital. Se calcula, que esa vivienda tiene un costo de 30 millones de pesos. Todo eso, al amparo de Geño y del PRI. En estos días, el ex tortero victorense, debutará como candidato del PAN. Aún se evalúa si es enviado por la diputación federal o por la alcaldía. ¿Qué pasará por la mente de Geño, cuando se entere de la monumental traición de su cuate del alma Oscar Almaraz? ¿Cómo racionalizará esa conducta canallesca el ahora pre-candidato del PAN? ¿Regresará a Eugenio, los miles de millones de pesos que se apropió Almaraz durante nueve festivos años a su paso por el presupuesto? ¿Perdonará Geño, esa gigantesca maroma política de Oscar, para seguir medrando de los dineros públicos? No hubo en todo el sexenio de Hernández Flores, político más mimado y consentido que Almaraz. Ni siquiera Mario Ruiz Pachuca. (La prueba es que lo dejó morir solo, cuando el gobernador Egidio Torre, le abrió proceso penal y lo encarceló). Llegó un momento, en que Oscar pasó a ser como de la familia. Y cómo no: era el responsable de muchos de los movimientos que para la totalidad de los colaboradores del gobernador, eran secretos, desconocidos. Es decir: Geño y Oscar, no sólo fueron amigos; eran más que eso: cómplices. Como dicen en el rancho: y hoy sale, con su batea de babas. No se conoce, otro acto tan oprobioso, en muchas décadas. Ni siquiera la ingratitud política excelsa que exhibió Yalheel Abdalá, se asemeja a lo que está por conocerse del ex tortero victorense. Traiciones, han existido; pero ninguna, en forma tan abierta y tan cruel para el traicionado como la que ahora nos ocupa. El alma política de estos modernos Judas, vivirá siempre en el desasosiego y en el susirio; jamás serán olvidados, tanto por los traicionados, como los espectadores de este circo romano que siempre considerarán la alevosía y la ventaja, como antivalores en la arena de las contiendas por el poder regional. Almaraz y correligionarios, empezarán a transitar un camino atiborrado de cieno, lodo y pus. La repulsa concitada por la dama de Nuevo Laredo al dejar a su partido –el PRI– y entregarse al PAN, puede ser sólo un amable rechazo, ante el desagrado ciudadano que podrían enfrentar en las urnas. Sus niveles de competitividad con el PAN, todavía están por conocerse. Lo evidente, son sus niveles supremos de desfachatez.