Por Oscar Díaz Salazar
Tiene razón el diputado local panista, Arturo Soto, cuando desprecia a sus pares del Congreso de Tamaulipas, que militan en MORENA, por su poco conocimiento de los asuntos políticos. Por debatir con novatos que «solo han participado cinco minutos en la vida pública del país», según su propia expresión, pues precisamente por ese desconocimiento de la política que tienen sus rivales, es que el legislador victorense se atreve a maltratarlos. Si estuvieran enterados, los morenistas, sabrían que Arturo Soto conoce muy bien el tema de la recaudación en las Aduanas de Tamaulipas. Sabrían que Soto conoce el volumen de mercancías que se importan por cada puente internacional, así como la recaudación que se obtiene por este concepto. Si supieran los diputados de Morena de los antecedentes de Arturo Soto, no permitirían que les hablará en tono de superioridad moral, el sujeto que conoce muy bien lo que se recauda en los puentes internacionales, esa cifra que le permite al gobernador afirmar, -mintiendo con la verdad-, que Tamaulipas es el estado que más recursos aporta al fisco, pero Soto también sabe de los recursos que se captan por concepto de importación por la vía del tratado de libre comercio establecido por los poderes fácticos en contubernio con autoridades corruptas, porque en algunas épocas de su existencia le ha tocado «hacer la polla y repartirla». El diputado de la «Mainero», barrio popular de la capital tamaulipeca, de origen humilde y larga militancia panista, tiene talento para desempeñarse como el porro del gobierno estatal, como el «perro de cadena» del régimen, como «él chota» del PAN tamaulipeco, expresión muy ad hoc para un miembro afín a la «Pocha Nostra». Pero una cosa es amedrentar a quienes se dedican a actividades ilícitas, como a los taxistas piratas, o los casineros cuyas licencias de funcionamiento siempre son provisionales y discrecionales, o a los contrabandistas, e incluso negociar con las autoridades de la Aduana para reclamar una participación en el reparto del botín y otra muy diferente es pretender exhibir, maltratar, despreciar y burlarse de sus pares en el Congreso de Tamaulipas. El aplomo que tiene el diputado Soto, no se le conoció en los tiempos en que fue candidato opositor al gobierno en funciones. El aire de suficiencia, la actitud beligerante, lo que en lenguaje vulgar se define como «los güevos» para decir y hacer, parece que son «güevos prestados», valor adquirido al llegar al poder el grupo y partido en el que ha militado por varios años. Me permito recordarle, a quien la han endilgado el apodo clasista de «El Payo de la Mainero», que varios de esos diputados a los que maltrató por no tener su experiencia y conocimiento de la política, son personas que estaban en la escuela, en la fábrica, en el hogar, trabajando, produciendo y cuidando una familia, como la mayoría de las personas, mientras él se enriquecía y le agarraba el gusto a «la polla». Termino con un exhorto al diputado Arturo Soto para que se ocupe de los temas y asuntos que le son propios a los diputados locales, para que atienda lo que ocurre en Tamaulipas, para que deje de mirar la paja en el ojo de la federación y colabore con el retiro de la viga en el ojo del estado. Si quiere ocuparse de repartos justos y equitativos, que proponga una redistribución más justa entre los 43 municipios. Si le preocupa la concentración del poder, que proponga la entrega de las COMAPAS a Tampico y Río Bravo y el Puente internacional a Nuevo Laredo.